Pienso ahora en los recuerdos tan lisos, tan transparentes, tan huecos. Pienso ahora en ellos mientras disfruto con el pasar de los postes, de los campos y de las casas engullidas por un horizonte que me mantiene la mirada. Pienso en aquel almuerzo y me doy cuenta de que ya apenas existen lugares reales: Lugares que no sean franquicias. Se llevaron la panadería de la Señora Teresa, convertida ahora en un bazar chino. Desapareció, y de eso hace más años, el quiosco de la Mustiam, que igual que vendía patatas, periódicos y tabaco. También se fueron las tiendas de comestibles, los relojeros, los zapateros...
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