sábado, 25 de octubre de 2014

Mi Perro Fiel

Una pareja de jóvenes tenía varios años de casados y nunca pudieron tener un hijo.
Para no sentirse solos compraron un cachorro y lo amaron como si fuera su propio hijo. El cachorro creció hasta convertirse en un grande y hermoso ejemplar. El perro los salvó en más de una ocasión de ser atacados por ladrones.
Siempre fue muy fiel, quería y defendía a sus dueños contra cualquier peligro.
Luego de siete años de tener el perro, la pareja logró tener el hijo tan ansiado. La pareja estaba muy contenta con su nuevo hijo y disminuyeron las atenciones que tenían con el perro. Éste se sintió relegado y comenzó a sentir celos del bebé; ya no era el perro cariñoso y fiel que tuvieron durante siete años.
Un día la pareja dejó al bebé plácidamente dormido en la cuna y subieron a la terraza a preparar una carne asada. Cual no fue la sorpresa cuando se dirigían al cuarto del bebé y ven al perro en el pasillo con la boca ensangrentada, moviéndoles la cola. El dueño del perro pensó lo peor y sacó el arma que llevaba y en el acto mató al perro.
Corre luego al cuarto del bebé y encuentra una gran serpiente degollada. El dueño comienza a llorar y exclamar:
¡He matado a mi perro fiel!.
Cuántas veces hemos juzgado a las personas, lo que es peor, condenamos sin investigar a qué se debe su comportamiento. Muchas veces las cosas no son tan malas como parecen, sino todo lo contrario.
La próxima vez que nos sintamos tentados a juzgar y condenar a alguien, recordemos la historia del perro fiel.
Aprenderemos a no levantar falsedades contra una persona, hasta el punto de dañar su imagen ante los demás. Debemos darnos cuenta que los sentimientos de las personas son frágiles y fáciles de dañar, pero difíciles de sanar. Autor anónimo.


domingo, 19 de octubre de 2014

Soy

Soy una persona pequeña, pero siempre he sido fiel a ciertos valores y objetivos.Cada insulto contra mí, se volverá contra vosotros. Cada castigo que me pongáis me hará más fuerte. Mi voz no podrá ser silenciada por que no es una voz aislada. No habla de mí, una mujer frágil y sin importancia. Habla de cambios significativos para la sociedad, cambiar que son la base de la verdadera democracia y de mayor libertad.
-Sari Rojo-

Hay indicios


Hay indicios que negamos a reconocer. Son signos pequeños que percibimos aunque no queramos prestarles atención. No nos conviene o no nos interesa fijarnos. Activamos un mecanismo de defensa que nos ayude a sobrevivir. Consiste en actuar obviando una parte de la realidad. Nos quedamos con la cara amable de las cosas. Cuando las historias se complican, hurgar excesivamente no es demasiado tranquilizador.
-Mari Pau Janer-

Es curioso

Es curioso como te equivocas en la vida, y aún es más curioso, como cuando te das cuenta de que te has equivocado, te preguntas: pero bueno, ¿cómo pude dejarme engañar con esto, con lo claro que estaba?.

A toro pasado, resulta tan evidente que te sientes imbécil. Pero siempre uno quiere hacerse ilusiones. Y lo que más nos cuesta es escarmentar.

-Lorenzo Silva-

Hay ocasiones



Hay ocasiones en que dejamos pasar una chispa de felicidad, un momento placentero, que se nos escapa porque no sabemos identificarlo. Más tarde, cuando ya estamos lejos, somos capaces de reconocerlo. Y lo echamos de menos.
-Mari Pau Janer-

jueves, 9 de octubre de 2014

Alivio

Sentada frente a la ventana, tomó una hoja de papel y comenzó a escribir :
Estoy cansada y tengo miedo. Estoy cansada y tengo mucho miedo.
¡Estoy tan cansada de tener tanto miedo!
Quiero escapar y no sé como, quiero escapar y no sé dónde.
Me encontrará, lo sé. Dondequiera que vaya, me encontrará. Ya no soporto más. Soporté demasiado y ya no tengo fuerzas.
Ya no tengo voz para gritar en silencio, ni lágrimas para llorar cuando nadie me ve.
No tengo cuerpo que resista un golpe más, ni piel que anide otra marca. Tengo miedo, siempre lo tuve. Quiero irme, dónde sea, con quién sea o sola, pero lejos de él.
Sus manos me dan miedo, pero sus ojos me dan terror. ¡Vaya que curioso! Sus ojos no me golpean, pero esa mirada...
Esa mirada es la antesala del horror. Cuando me mira de esa manera...Sé lo que sigue luego.
Un golpe, dos, tres ...¿Qué importa cuántos son luego del primero? Me mira y el horror me deja tiesa, no puedo defenderme, no sé cómo. Me mira y me hago más y más pequeña, tan pequeña que me deshago en su furia.
Debo irme, es la única solución. Debo alejarme. Tengo que pensar a dónde ir. De todos modos, creo que no hay lugar donde no pueda encontrarme.
Fantaseo con comprar un pasaje a algún lugar muy lejano, un lugar que no exista para que él no pueda llegar, para que no lleguen sus manos, ni tampoco su mirada me alcance. Sé que no es fácil. Fantaseo con muchas cosas.
Cuando se está preso de algo, la fantasía es la única llave que abre la puerta de la libertad. Estoy cansada de disfrazar los golpes, de fingir una realidad que no es tal.
Estoy cansada de quedarme en casa aduciendo una gripe, cuando en realidad sólo espero a que los moratones se vayan de mi cuerpo. Tardan, pero se alejan, en cambio el dolor continúa, ya que es parte de mí, lo respiro, corre por mis venas con más vitalidad que la misma sangre.
¡Quiero un alivio! Ya no resisto más.
Dejó el bolígrafo, dejó el papel, tomó el arma y disparó. Ya está.
La sensación es tal como en mi fantasía. Me veo allí, tirada en el piso. Esta vez la marca de la herida no podrá disimularse y no se alejará como los moratones.
Ya no tendré que fingir. Soy libre. Sus manos no me tocarán más y su mirada queda allí abajo, ya no me alcanza, ya no lo temo.
Miro hacia abajo y veo tendida en el piso a la mujer que fui. No me preocupa, no la extrañaré. Hay vidas que no son vidas y no vale la pena vivirlas entonces.
¿Hay sido está una buena decisión? No lo sé, de lo que estoy segura es que recién en este momento, siento lo que tanto necesitaba: alivio.
-Liana Castello-