sábado, 29 de marzo de 2014

La promesa

-Jamás nos mentiremos...-Escúchame bien, eso implica algo más que ser sincero...En este mundo hay mucha gente falsa...Las mentiras te rodean, saber que existe un archipiélago de personas que siempre te dirán la verdad vale mucho...Quiero que formes parte de mi archipiélago de sinceridad...
Así lo llamaba...Su archipiélago de sinceridad...No conocí a más de aquellas pequeñas islas con forma de personas que siempre le decían la verdad, pero no tuve duda, quise formar parte de ello...
Aunque jamás pensé que ella tuviera fecha de caducidad. Su marcha me hizo que me sintiera abandonado...
Una isla sincera a la deriva...Eso era lo que yo era...
Cumplí siempre mi promesa con ella...Siempre le fui sincero en todo...Y eso, tenía razón, era más que decir la verdad...Era hacer equipo, saber que siempre estarás allí, significaba ser  tierra firme para otro. Piedras a las que podrás saltar de un brinco sin miedo a caer al agua...
Y ella también lo fue conmigo. Os juro que saber que puedes confiar en la otra persona, que nunca te mentirá. que siempre te dirá la verdad cuando se lo pidas, no tiene precio...Te hace sentir fuerte, muy poderoso...
Y es que la verdad mueve mundos...La verdad te hace sentir feliz....La verdad es lo único que importa...
-Albert Espinosa-


jueves, 27 de marzo de 2014

El ejercicio de la semilla



Arrodíllese en el suelo. Siéntese después sobre sus talones y doble el cuerpo de manera que su cabeza quede en sus rodillas. Extienda los brazos para atrás. Quedará así, en una posición fetal. Ahora descanse y olvide todas las tensiones. Respire con calma y profundamente. Poco a poco notará que es una minúscula semilla, rodeada del ambiente del bienestar que da la tierra. Todo es cálido y agradable alrededor. Duerme un sueño tranquilo. De repente, un dedo se mueve. El brote no quiere ser más semilla, quiere nacer. Lentamente empieza a mover  los brazos; después su cuerpo erguiéndose quedará sentado sobre sus talones. Ahora empieza a levantarse y lentamente, muy lentamente, estará erecto, de rodillas en el suelo.
Durante este tiempo, imagínese que es una semilla transformándose poco a poco en la tierra.
Llegó el momento de romper la tierra por completo. Empiece a lenvantarse lentamente, colocando un pie en el suelo, después el otro, luchando contra el equilibrio como un brote lucha para encontrar su espacio. Hasta que quede en pie. Imagine el campo a su alrededor, el sol, el agua, el viento, los pájaros. Es un brote que comienza a crecer. Levante muy despacio los brazos en dirección al cielo. Después, extiéndalos cada vez más, cada vez más, como si quisiera agarrar el mismo sol que brilla sobre su cabeza y le da fuerzas y le atrae. Su cuerpo empieza a quedar cada vez más rígido, sus músculos se tensan todos, mientras crece y se vuelve inmenso. La tensión aumenta tanto que se hace dolorosa, insoportable. Cuando no aguante más, grite y abra los ojos.
-Paulo Coelho-


sábado, 22 de marzo de 2014

Mi mujer

Mi mujer siempre decía que cuando algo era irrepetible, había que respirarlo...
Ella inspiraba recuerdos...
Sobre todo olores de verano...Decía que los guardaba para cuando llegará el invierno.
No le gustaba el frío. Siempre me dijo que una parte de su cerebro albergaba olores de verano para combatir el invierno. Por eso, cuando nos pasaba algo bueno, me tocaba la nuca y me decía. "Inspira, inspira...".
La echaba tanto de menos...Ella murió en un accidente de coche... Aquel día yo estaba en el cine...
Siempre apagaba el móvil los jueves al cruzar la puerta de la sala de cine. Era mi manera de desinvitar al mundo.
Cuando salí, lo encendí y vi que tenía veintitrés llamadas perdidas. Temí lo peor. Llamé al buzón de voz con una mezcla de miedo y pavor.
Sabía desde hace años que cuando la muerte te sacude, es insistente para cuando te percatas.
Su coche había chocado con uno de los arcenes, cruzado tres carriles, chocado contra el contrario y vuelta a cruzar tres carriles...
No he podido pasar por aquella carretera, doy los rodeos más extraños para no pisar aquel lugar.
Antes de que apareciese el mensaje en cuestión, escuché otros vacíos. Quien llamaba no se atrevía a dejar sólo la información, deseaba contactarme en persona...
Yo estaba justo en la puerta del cine. Encima de mí, seis carteles de películas otoñales; a mi alrededor, una multitud de gente que entraba en busca de emociones o para luchar contra su propio aburrimiento...Aquel aire acondicionado insano para la época en que estábamos me helaba medio cuerpo, la mitad que aún estaba dentro del edificio...
Y después de cuatro mensajes fallidos, apareció aquella voz neutra, parecida a las que piden que me cambie de compañía de móvil...
"Diríjase al Hospital Miramar. Su mujer está grave. Ha tenido..."
Y el mensaje se cortó, se oyó un vacío...
Pero mi mundo ya había explotado. Me puse en cuclillas y sentí miedo...
Nadie se para a preguntar qué me pasaba. El dolor ajeno tan sólo provoca extrañeza si es mostrado en público...
No sé cuanto tiempo permanecí inmóvil y en cuclillas. Fue como si mi cerebro se reiniciase, como si esperase que, al levantarme, todo aquello no hubiese pasado...
Cogí el móvil y la llamé..Supe que debía llamarla...Quizá todo aquello era una mentira. Una vez escuché que había gente que conseguía tus datos cuando comprabas tu entrada por Internet, te llamaban y te contaban una historia para que fueras a la otra punta de la ciudad y aprovechan para desvalijar tu casa...
Sí, eso es lo que me había pasado, me convencí, aunque no tuviera ningún sentido...La llamé y sonó el tl....No lo cogió...Colgué...
Y de repente apareció el número largo, tan largo como el que me había llamado en las anteriores veces.... los números diferían...Tardé también tres o cuatro timbrazos en cogerlo. Cuando lo hice, sonó una respiración...
Tan sólo eso, una respiración...La reconocería en cualquier modalidad...La he sentido llena de placer, con tos, en medio del parto...La escuchado tantas veces, cerca de mí, a través de las puertas, en interfonos, gritándome, diciéndome "te quiero"...
La reconocí, aunque jamás la había sentido así, a punto de apagarse...
-Hola, cariño...- dijo entrecortando cada sílaba.
Supe que era verdad...
-¿Dónde estás? - pregunté mientras corría...
-No llegarás a tiempo...Lo siento...Lo siento...
Y su voz de apago...Su respiración cesó...
Seguidamente apareció otra respiración que desconocía que sonaba a enfermera o médico...Esa voz deseaba compadecerme, pero no era el instante ni el momento..Le colgué...



viernes, 7 de marzo de 2014

Mis últimas Palabras


Una voz sin historia, como mi propia vida. Me pregunto si mañana, o dentro de un mes, recordará usted algo de lo que le he contado, o al menos, la música de mi voz. Porque eso es lo que recuerdo yo en estos últimos momentos, las voces de la gente a la que conocí. Oigo la música de todos, la música de la vida, una sinfonía verbal en la que apenas se distinguen palabras. Sólo algunas frases puras, indestructibles y esenciales. "Se vende este local","No tengo aquí las herramientas",
Y así podría seguir hablando y hablando y hablando, pero ya no hay tiempo para más. ¿Qué le ha parecido mi vida? ¿Le parece ridícula, insípida, trivial, o una vida a medio vivir, o solamente una más entre tantas? Yo no sabría definirla, y menos aún cómo juzgarla. Es así créame. Al cabo de tanto tiempo, lo ignoro todo sobre mí. Sí, sólo ahora, al haber destilado mi vida en palabras, me doy cuenta de lo ignorante que soy de mi mismo. Por ejemplo. ¿He sido feliz en el amor? Creo que no, pero no estoy seguro. ¿Y en el trabajo? Pues tampoco está claro. Soy ateo, como ya le dije, pero ¿no habré sido sin saberlo un hombre religioso, un creyente que va por libre, la oveja aquella descarriada de la parábola? Pues quizá. ¿Ha merecido o no la pena vivir? Tampoco lo sé, por que no consigo abarcarme a mi mismo y ver mis años desplegados en panorámica, formando un argumento. Y eso sin contar que siempre me ha gustado más mirar el espectáculo del mundo que tomar parte de él. No sé nada, nada, nada. Ni siquiera sé si he vivido i no con cierta dignidad. Aunque, eso sí, tres o cuatro veces en mi vida he tenido el privilegio de caminar sobre las aguas... Y Cecilia...Me gustaría que mi vida hubiese sido al final una historia trágica de amor, para poder despedirme ahora con un pequeño discurso altisonante. Sería bonito. Pero no puedo.Como diría Bertini: "No tengo aquí las herramientas".
Y ahora sí, ya es hora de acabar. Adiós y suerte, amiga, y gracias por su compañía.