sábado, 22 de marzo de 2014

Mi mujer

Mi mujer siempre decía que cuando algo era irrepetible, había que respirarlo...
Ella inspiraba recuerdos...
Sobre todo olores de verano...Decía que los guardaba para cuando llegará el invierno.
No le gustaba el frío. Siempre me dijo que una parte de su cerebro albergaba olores de verano para combatir el invierno. Por eso, cuando nos pasaba algo bueno, me tocaba la nuca y me decía. "Inspira, inspira...".
La echaba tanto de menos...Ella murió en un accidente de coche... Aquel día yo estaba en el cine...
Siempre apagaba el móvil los jueves al cruzar la puerta de la sala de cine. Era mi manera de desinvitar al mundo.
Cuando salí, lo encendí y vi que tenía veintitrés llamadas perdidas. Temí lo peor. Llamé al buzón de voz con una mezcla de miedo y pavor.
Sabía desde hace años que cuando la muerte te sacude, es insistente para cuando te percatas.
Su coche había chocado con uno de los arcenes, cruzado tres carriles, chocado contra el contrario y vuelta a cruzar tres carriles...
No he podido pasar por aquella carretera, doy los rodeos más extraños para no pisar aquel lugar.
Antes de que apareciese el mensaje en cuestión, escuché otros vacíos. Quien llamaba no se atrevía a dejar sólo la información, deseaba contactarme en persona...
Yo estaba justo en la puerta del cine. Encima de mí, seis carteles de películas otoñales; a mi alrededor, una multitud de gente que entraba en busca de emociones o para luchar contra su propio aburrimiento...Aquel aire acondicionado insano para la época en que estábamos me helaba medio cuerpo, la mitad que aún estaba dentro del edificio...
Y después de cuatro mensajes fallidos, apareció aquella voz neutra, parecida a las que piden que me cambie de compañía de móvil...
"Diríjase al Hospital Miramar. Su mujer está grave. Ha tenido..."
Y el mensaje se cortó, se oyó un vacío...
Pero mi mundo ya había explotado. Me puse en cuclillas y sentí miedo...
Nadie se para a preguntar qué me pasaba. El dolor ajeno tan sólo provoca extrañeza si es mostrado en público...
No sé cuanto tiempo permanecí inmóvil y en cuclillas. Fue como si mi cerebro se reiniciase, como si esperase que, al levantarme, todo aquello no hubiese pasado...
Cogí el móvil y la llamé..Supe que debía llamarla...Quizá todo aquello era una mentira. Una vez escuché que había gente que conseguía tus datos cuando comprabas tu entrada por Internet, te llamaban y te contaban una historia para que fueras a la otra punta de la ciudad y aprovechan para desvalijar tu casa...
Sí, eso es lo que me había pasado, me convencí, aunque no tuviera ningún sentido...La llamé y sonó el tl....No lo cogió...Colgué...
Y de repente apareció el número largo, tan largo como el que me había llamado en las anteriores veces.... los números diferían...Tardé también tres o cuatro timbrazos en cogerlo. Cuando lo hice, sonó una respiración...
Tan sólo eso, una respiración...La reconocería en cualquier modalidad...La he sentido llena de placer, con tos, en medio del parto...La escuchado tantas veces, cerca de mí, a través de las puertas, en interfonos, gritándome, diciéndome "te quiero"...
La reconocí, aunque jamás la había sentido así, a punto de apagarse...
-Hola, cariño...- dijo entrecortando cada sílaba.
Supe que era verdad...
-¿Dónde estás? - pregunté mientras corría...
-No llegarás a tiempo...Lo siento...Lo siento...
Y su voz de apago...Su respiración cesó...
Seguidamente apareció otra respiración que desconocía que sonaba a enfermera o médico...Esa voz deseaba compadecerme, pero no era el instante ni el momento..Le colgué...



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