Su propósito era cristianizar a la población nativa y hacerles entrar en la civilización, y aunque tales intenciones sean a ojos de hoy cuestionables por el precio dolorosamente alto que aquella población pagó en forma de enfermedades, sometimiento y pérdida de identidad, no podemos dejar de lado la parte meritoria de la labor de esos hombres que un día cruzarón  un océano para cumplir con lo que ellos entendían como un deber. Trajeron a este lado del mundo su lengua y sus costumbres, sus frutas y animales y su manera de trabajar. Y aquí quedó su huella imborrable, en cientos de nombres que surcan hoy el mapa y en mil pequeños detallles que a diario saltan a la vista, desde el color de las paredes hasta las tejas de barro, las viñas o las forjas de las ventanas.

Mas de un siglo  y medio después, los avatares de las vida  acabaron destinando a este cofín,  a un profesor español, Andrés Fontana. Descubrir de pronto tantos ecos de su propia Tierra en esta orilla ajena le conmovió. Se volcó en investigar, y trás años de trabajo, a la luz de viejos documentos, fue descubriendo y dedicando el resto de su vida a buscar pruebas que lograran testimoniar aquel presentimiento. Pero gracias a su empeño y su constancia, hemos llegado a la conclusión de que aquella misión que él persiguió como un fantasma verdaderamente llegó a existir. 
                               Retazos del libro"Misión Olvido"    María Dueñas
  

1 comentario:

  1. Animo a leerle y disfrutar de la lectura y la gran dimensión de las historias.

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